Rosas y espinas en mi jardín

Y al final he perdido los nervios.

Me he quedado sin recursos.

Paso de ser la madre más amorosa y paciente a ser un sargento en un minuto.

Me voy calentando y al final exploto y te fuerzo a hacer las cosas. Se me atonta el neocortex.

Yo tampoco tengo inteligencia emocional, la estoy aprendiendo ahora, a marchas forzadas desde que tú llegaste a este mundo, a mi mundo. Lo hago por ti pero también por mí. Tú me llevas a mejorar.

Tengo muy claro eso de que a los niños hay que hablarles con amabilidad, comprensión, respeto e impulsándoles a tener autoestima. Entre otras cosas porque nuestra voz se convierte en la suya, la que les hablará a ellos de grandes. La del autodiálogo. Como los veamos nosotros se verán ellos, en eso insisten muchos psicólogos y en mi pensamiento encaja.

Soy una fiel defensora del «los niños no hacen las cosas por desafiarte». No es nada personal en contra de ti.

Sin embargo, a veces me siento atrapada. No quiero llevarte a hacer cosas usando el miedo o la mentira, parece el camino fácil ahora, pero sé que tiene sus efectos secundarios. No me gusta juzgarte ni etiquetarte, pero, ya un poco has visto cómo funcionan las cosas en este mundo, los juicios y las etiquetas están en todas partes, acechando en la boca de todos, pero no en la mía, esa fase la tengo cada vez más dominada, bueno, puede ser que no del todo.

Y al final mi reacción es infantil, la de una niña dolida porque otra no hace lo que ella quiere, y me parece que tienes algo personal, algo en contra de mí. Perdóname soy sólo una adulta. Y al final siempre acabamos llorando las dos, tú por mi reacción, yo por mi reacción, y es que acabo de llegar del trabajo y tú «tienes que» dormir y yo tengo hambre. Tú ya hace una hora que comiste. Sé que estás cansada y por eso das mil vueltas antes de irte a la cama y juegas con todo y luchas contra tu propio cansancio. Y yo tengo cada vez más hambre y además tengo que recoger la casa y limpiar los baños, y plantear la cena y planchar  y estoy cansada, pero tengo que hacerlo. No, no me exijo demasiado. Es que si no lo hago yo, dime quién. Y en la mente me martillea el comentario desafortunado de ese compañero mal educado del trabajo y el jefe siempre es igual, ¡Qué cosas me dice! ¿Y aquél tipo que se me coló en la rotonda? ¡Qué cabreo! Y encima llego a casa y tu abuela me tiene que soltar lo de que planche las sábanas y antes de entrar la vecina que ¡Qué cara de cansada tengo! Que si como bien. Y hablando de comer, ¡no!¿Ves? Que no me puedo cuidar. Tengo hambre y tú sigues sin dormir. Pero ¡Bastaaaaaaaaaa yaaaaaaaaa! Deja de jugar con el agua del bidé y ven de una vez a la cama que ya ni sabes lo que estás haciendo del sueño que tienes.

Pero como no vienes te he cogido a la fuerza en brazos y ahí has empezado a llorar y ahí te he metido a la fuerza en la cama y te he dicho incluso que «me da igual que llores!¡ Ahora te vas a dormir porque lo digo yooooooo» Y mientras llorabas te he dicho otra frase que odio:»¡Bastaaaaa yaaaaa! ¡No llores más!» He llorado por lo difícil que es ser la mamá que quiero ser, por lo que influye a veces el exterior en el interior. Y al final te has dormido y he salido de tu habitación pensando en lo mucho que te echaba de menos y en las ganas que tenía de que te vuelvas a despertar y en los besos y abrazos que te voy a dar y en lo que te diré entonces:»mamá a veces no sabe como actuar y se queda sin recursos y ahí sale su peor yo. Pero tú NO te mereces esto. Tengo que aprender a gestionar mejor ciertas situaciones.» Sé ya que alguna lágrima se me volverá a escapar. Tú no me guardarás rencor e incluso me dedicarás una apiadada y tierna mirada mientras tus labios rezan «te quieo mucho» y yo me sentiré mucho más pequeña que antes y el sentimiento de culpa, ése que no debe existir para los demás, irá in crescendo y ahí me volveré a jurar que nunca, nunca más, perderé los nervios de nuevo, exactamente como hice la última vez.

Imagen de este sitio

4 comentarios sobre “Rosas y espinas en mi jardín

  1. Qué bonito Tita… si es que es difícil… muy difícil. Primero por la educación que hemos recibido, y es en estos momentos cuando repetimos patrones casi sin darnos cuenta, lo bueno es que nosotras sí nos damos cuenta, y eso es bastante importante, y luego porque entre el trabajo, la casa y mil cosas más… nos falta tiempo, tiempo para todo, hasta para nosotras mismas, y sientes impotencia de no llegar a todo, y de no llegar ni casi a lo básico… y dices, bueno, a ver si mañana… y mañana pasa igual… y así van pasando los días y vamos haciendo como podemos… pero bueno, la perfección no existe y es relativa. Al menos nos damos cuenta de cuando hacemos algo que no nos gusta y eso es muy importante para poder ir cambiando. Un abrazo preciosa.

    • Pues sí, Maite. Tú lo has dicho. Es muy muy difícil. Porque tenemos muchas cosas. Lo exterior es que no ayuda…Habrá que ir aceptando que somos perfectamente imperfectas 😉 Un abrazo súper mami

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

doce + diez =

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.