Hoy revisando mi mail he descubierto este texto corto que escribí hace meses para la formación en porteo que estoy cursando con la mejor maestra, la que más documentada está, en mi opinión, sobre maternidad y porteo, Nohemi Hervada. De ella aprendo tantas cosas, es una guía espiritual para mí y me ha abierto tantas puertas y ventanas y dado tanta visión. Toda la formación que llevo hecha con ella ha sido on line y os puedo asegurar que asistir a una clase en directo mientras se la oye hablar te sube los niveles de oxitocina de forma increíble. Si tenéis duda sobre si formaros con ella yo os la resuelvo: merece cada euro que paguéis, porque siempre da más de lo que os esperabais al principio. Y además es terapéutica. Sus cursos son una inversión de futuro. Nohemi te prepara, te forma, te informa, te empodera y todo de forma lúdica, con sororidad y buenrollismo. Ahí os dejo lo que escribí entonces:
sabía que era el apego. Había oído hablar del apego a las cosas y que
eso estaba mal. Pero del de las personas, he aprendido después. Libros
de Carlos González, Rosa Jové, Laura Gutman, atículos en Internet de
blogs de madres. Y se me abrió un mundo. Sé que dejar llorar a mi hija
me hacía daño y me alteraba. Sentía la necesidad de atender ese llanto y
calmarla. Poco después, aprendí que los bebés utilizan el llanto como
forma de comunicarse. Pero que los que menos lloran son los que más
colmadas tienen sus necesidades.
Hoy sé más que ayer y puedo afirmar que cuando un recién nacido viene a
este mundo tiene unas expectativas que se ven completadas en el cuerpo
de su madre, su hábitat natural. Que cuando no lo tiene aprende a
sobrevivir porque le falta lo básico. Mientras que si goza de ello puede
crecer. Y lo hace de forma serena y feliz. Más aún. Cuando un recién
nacido viene al mundo lo hace sin terminar de gestar, por lo que
necesita del cuerpo de su madre para llegar a «término» si no lo tiene
se desencadenan mecanismos de estrés y se liberan hormonas negativas
como el cortisol y la adrenalina, que a la larga, y como dice Nils
Bergman, pueden tener repercusiones negativas en el cerebro del niño.
Por tanto el porteo como la lactancia a demanda son indispensables para
la «exterogestación». No es que sea lo mejor para un bebé, es que es lo
natural. Lo que él espera. Para lo que él está programado cuando viene a
este mundo. Nada más.
Por tanto, un contacto permanente con nuestras crías favorece un apego
seguro y eso se revierte positivamente en su personalidad y nuestra
tranquilidad. Porque nada hay mejor para una madre, un padre que ver crecer feliz y
seguro a su hijo. Y el porteo es una buena herramienta también para el
adulto. Se convierte en un fiel aliado. Si además de portear lo hacemos
de forma correcta y ergonómica la cosa se vuelve redonda. Tenemos una
gran dosis de oxitocina y ganamos en calidad de vida, nosotros y los que
nos rodean.»
Foto |
Claro que sí preciosa, tú serás lo que te propongas no me cabe la menor duda 😉. Mucha suerte y un gran beso!
Ay mi Maite!!! Muchas gracias por los ánimos, con amigas como tú el camino es más fácil 😉 Abrazote!