La coach Irene Álvarez es otra apasionada del tema de la ciclicidad de la mujer y hablar con ella me inspira mucho. Veo que ella entiende el vínculo entre el autoconocimiento, la naturaleza cíclica de la mujer y la maternidad como yo. Es un lugar común para ambas.
Hablábamos el otro día del cambio del momento creativo o premenstrual al reflexivo que es cuando normalmente menstruamos. De ese cansancio que nos hace ser menos pacientes con nuestras hijas por las ganas de dormir y descansar que tenemos. Realmente una no es que esté más irascible sino que al no descansar lo que deberíamos siguiendo al cuerpo es más fácil que se creen situaciones de tensión porque tenemos menos paciencia. Menos empatía. Estamos más hacia dentro. Menos sociables. Y eso no es malo.
Y es que se llega a un estado de meditación natural muy sano que, de poderlo llevar a cabo, de poder permitirnos estar tranquilas y reposando todo lo que nuestro cuerpo nos pide, sería ideal. Porque entras en tu ciclo con ánimo y poco a poco vas llegando al vivir hacia afuera, al culmen de la energía. Al momento del mes donde puedes dar más. Donde además se está más empática.
Yo de todas estas cosas no tenía ni idea antes de leer a Miranda Gray o seguir cursos con Sophie Style o Mónica Felipe, si bien ella más que de ciclicidad se ocupa de hacernos presentes en el propio cuerpo. Sus meditaciones guiadas son una bendición para todas las mujeres, sus cursos un camino hacia el autoconocimiento y la felicidad y satisfacción por encontrar un tesoro que es el de reencuentro con nosotras mismas. Altamente recomendable.
El no poder darle a tu cuerpo lo que te está pidiendo tiene consecuencias, deja huellas. Cansancio, pérdida de concentración, irascibilidad, entre otras emociones. El precio a pagar por la desconexión con nuestra biología parece pequeño, porque vivimos en la sociedad que vivimos. Pero no lo es. A veces no sabemos ni lo que nos pasa a nosotros mismos por lo que entendernos con el mundo exterior es una aventura que a menudo nos cuesta más de un disgusto por discusiones o conflictos familiares.
Lady Lilith-Dante Gabriel Rossetti |
Os he hablado en otras ocasiones de mi camino, mi proceso, del viaje espiritual que voy haciendo y al cual me «arrojó» la maternidad. Hecho que le agradezco enormemente a pesar de las espinas que me he ido encontrando por el camino. En estos momentos parece que estoy en un claro, en llanura. Lo cual viene bien para reponer fuerzas. Hace un año quizás leyera libros o artículos que me hicieran llevar las manos a la cabeza, asombrarme, pero que reconozco poco a poco he ido asimilando y hoy son mis nuevas creencias. Es verdad que a veces, como hablo con mis queridas comadres, algo hace «click», es como decir «eso era», maravilloso cuando alguien le pone palabras a lo que tú sientes. Leer ciertas cosas te ilumina, como si te dijeran que no estás sola, que no estás loca.
Un ejemplo de ello es algo que le leí a Miranda Gray cuando decía que sería ideal que todas las mujeres pudiéramos pedirnos en el trabajo unos dos o tres días al mes para descansar durante nuestra fase reflexiva de manera que estuviéramos más enérgicas para cuando llegara la fase ovulatoria o expresiva, como la llama ella. Cuando lo leí en su momento pensé que si ya las mujeres lo teníamos difícil en el mercado laboral, si ya teníamos que demostrar más que los hombres para diariamente ganarnos nuestro puesto de trabajo, esto complicaría aún más todo. Y es que yo aún no había entendido al cien por cien que vivimos en un mundo hecho por y para los hombres. Y al cual nosotras sólo nos podemos adaptar siendo hombres y mujeres a la vez, es decir que cada mujer se tiene que masculinizar una gran parte pero no completamente ya que tiene que demostrar la maestría de no olvidarse de su parte femenina, que esto daría para un par de ensayos, porque entre lo que yo pienso, mi amiga piensa, mi vecina piensa y la sociedad piensa hay para rato. Las mujeres tenemos que ser productivas y reproductivas.
Hoy tengo clarísimo que el mundo se tiene que feminizar para mejorar, pero para que ello ocurra es fundamental que la mujer se encuentre a sí misma, la importancia de reconectar. Por eso yo me trabajo, urgo en mi interior, en mi propia historia para ser y hacer más feliz e intento transmitir este mensaje a todas las mujeres que encuentro en mi camino, además de a los hombres. Pero mi foco principal son ellas. Somos nosotras.
Dicho esto quizás sería significativo afrontar el discurso de tribu, el de como nos enfrentamos tan tristemente a la maternidad en soledad. Puesto que los niños son también una gran parte de nuestra sociedad y sus madres necesitan ni ser excluidas ellas ni que se excluya a sus hijos, naturalmente. El proverbio africano que dice que «para criar un niño se necesita todo un poblado» y al que yo añado «cuando el poblado está de acuerdo y tiene sentido común» algo que por desgracia no se ve muy a menudo. Sin embargo sería ideal poder contar con apoyo, con ayuda para esos días donde nuestra fuerza va redirigida hacia nuestro interior.
Como soy una soñadora empedernida y en el fondo una optimista por naturaleza confío que será un punto al que llegaremos algún día. Si no fuera así no me molestaría en escribir, en querer transmitir.
Pero puedo sentirlo.
Llegamos seguro.
Foto |