Ayer fue un día tranquilo.
Un día tranquilo de trabajo y escritura. Un día de abrigarse, de mirar el cielo gris desde la ventana. De comer tortilla de las sobras del día anterior como almuerzo, y cenar puchero con croquetas. Una cena especial con una amiga especial, de esas que vienen a casa y te hacen sentir como en casa.
Fue un día tranquilo. Bueno. Un día en el que las cosas van rodadas.
Aunque lancé el primer cartel a la red. Un pasito más. Un pasito pequeño lleno de adrenalina y también gran satisfacción.
Y en mi cabeza sonaba Everything is coming our way de Santana.
Y mi hija por primera vez, o más bien, por «primera vez de forma oficial» no durmió siesta.
Y por la noche al acompañarla a la cama no hubo resistencias y todo fue más fácil. Mi niña se hace grande. Pero me encanta dormirla abrazada. Acompañarla al sueño en contacto, como cuando crecía dentro de mí.
Fue un buen día, en el que todo fue muy fácil y el estar abrazadas en su camita me hizo acordarme de cuando nació. Y decidí contárselo.
-A mí me hubiera gustado que el parto hubiera sido respetado, haberte cogido yo o rápidamente haberte tenido sobre mi cuerpo. Tú trepando buscando mi pecho. Sin prisas.
En lugar de ello te sacaron de mi vientre, seguramente cuando menos te lo esperabas, para, ¡rápidamente! llevarte a los controles. No antes, te acercaron a mí. Yo pude sólo tocar con mi nariz la tuya. Mis manos estaban atadas. Imagino que es más fácil atar las manos que el corazón.
Al parecer tenías que pasarte dos horas en la incubadora, porque tenías frío. Y ¿Sabes qué? Yo también tenía mucho frío, aunque creo que nos habríamos calentado la una a la otra. Abrazándonos, como ahora mismo.
Uso palabras que ella aún no conoce. Pero aprovecho para soltarlas, porque está receptiva. Porque todo es más fácil cuando le hablas al amor de tu vida mientras que la abrazas.Y parece que todo es tan simple cuando me pregunta con su cándida voz:
-¿Por qué, mamá?
Y yo no sé qué contestar. Un poco me avergüenzo, un poco me enfado, conmigo misma, con lo que hay. ¡Nunca más me pasará algo igual! Y contesto:
-Cariño, porque en el hospital que tú naciste era así.
Y callo. Lo pienso dos veces y decido abrir la boca, porque es importante para todos que ciertas cosas se digan:
-Porque mamá estaba desconectada de sí misma. Pero ahora cada vez lo está menos.
Ayer fue un día tranquilo. Un día normal. Un día como otro cualquiera.