Proveedora de mantas, linternas y mapas

El otro día escribí sobre la escapada a Turín del fin de semana. La conexión con:

  • la historia de la humanidad.
  • la familia
  • claro que sí, conmigo misma
Cuando una está bien consigo misma consigue estar mejor con el resto de las personas que están en su vida. Pero imagino que te ha pasado que has visto en ti reacciones que no sabes de donde vienen y que a ti misma te sorprenden. ¿Sabes qué? Nos ocurre a todos pero darte cuenta de que te sucede ya es un paso. Lo más difícil es saber de donde vienen, a que responden esas reacciones. Y es que vamos por la vida poniendo piedras a nuestros pensamientos, tapando nuestras emociones y ocultando nuestros sentimientos. Llevamos toda la vida haciéndolo, así que ya nos sale tan natural que  ni nos damos cuenta.
Soy una fiel defensora de la resiliencia. De reinventarse a una misma y tirar para adelante. Como escribí hace unos meses en este blog una de mis frases favoritas es «No importa lo que te pase en la vida, tú eliges tu reacción» y nada ha cambiado desde entonces. Pero sí que creo que para llegar allí es necesario vivir los duelos. Un duelo no es sólo que se te muera un ser querido, o que te deje tu pareja con la cual llevabas muchos años o tenías muchos proyectos. Puede ser también que te deje una persona con la que llevabas poco tiempo pero con la que te ilusionaste. E incluso una persona a la que tuviste que dejar tú porque no era como creías. Un trabajo que dejas, o del cual te despiden. Un exámen no aprobado. Un hijo que no llega a nacer, e incluso un hijo que no llega a concebirse. Un proyecto que no sale bien puede ser un duelo. Evidentemente perder a una persona es peor que perder algo material, pero a veces nos obsesionamos con la pérdida como si fuera humana. Es normal teniendo en cuenta el mundo en el que vivimos. Alejado de los valores que realmente cuentan. Lo que pasa es que es más saludable para una misma no sufrir por cierto tipo de cosas y esto consecuentemente te trae beneficios en relación con los demás aspectos de la vida.

Pero no es fácil. Estamos tan alejados de nuestra esencia que nos cuesta una vida volver a ella. Algunos ni siquiera lo consiguen en toda su vida. Y me parece que esto es vivir la vida a la mitad.

De esto va mi proyecto. Mi intención es la de ayudar a las personas a reconectar con la propia esencia.

Cada uno tiene que hacer su camino sólo. Pero yo estaré al inicio de la cueva proporcionando mapas, linternas y mantas para quien desee visitar el lugar. Lo voy conociendo cada vez más y mejor. Tanto es así que casi me recorro la oscuridad con los ojos cerrados.

El secreto: Haberme caído unas mil veces.

 

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