La copa menstrual no es lo mejor.

Dentro de las opciones que te ofrece el mercado sí. La copa menstrual, junto con la esponja marina y las compresas de tela, es el mejor sistema. Porque es el más ecológico, el que menos daña tu cuerpo pero no deja de ser un objeto extraño. Y a veces a mí me molesta en mi primer día de sangre. Últimamente no me gusta llamarla «regla» que suena a régimen militar, ¿Cómo algo tan natural se puede comparar con algo tan feo y represivo? Tengo la respuesta, pero puede no gustaros, y como estoy en mi fase reflexiva me/os la ahorro. Y de seguro no volveré a decir «estoy mala» mientras mi sangre salga por mi «ioni». ¡Ah! Tampoco os lo he dicho. Mi vagina ya no se llama así, ahora se llama ioni. También por el origen etimológico de ambas palabras.*

«Estar sin nada no es lo mejor, es lo natural. Tal y como la lactancia materna no es lo mejor sino lo natural.» No dejaba de repetírmelo esta noche. Voy a volver a no usar la copa menstrual en mi primer día de sangre que es cuando mi vientre está más susceptible, más sensible. Ha sido una noche larga y también dolorosa en la que pensaba en esto, en las abuelas indígenas de Latinoamérica y en el Sangrado Libre al que nos invita Mónica Felipe.

Un pensamiento me llevaba a otro y se me venía aquél de la generación de nuestras madres, aunque seguramente también el de alguna mujer anterior al linaje:  «Si Dios existe seguro que es machista» y enlazaba con la frase de otro sublime artículo de Barbijaputa  «No hagan la menstruación más tediosa de lo que
ya es, señores, y dejen este «humor» para nosotras, que lo hacemos sin
estigmatizarnos y mucho mejor que ustedes… quizás porque sabemos de
qué estamos hablando». Me gustó mucho su artículo excepto esa frase, por dos razones:

1) No creo que la menstruación per se sea tediosa, se convierte en tediosa cuando se la intenta negar, cuando se intenta encajar en un mundo lineal, en el mundo creado por los hombres. Recuerdo leerle a Miranda Gray que sería estupendo tener un par de días al mes para descansar, para estar hacia dentro, para ocuparnos sólo de nosotras, de escuchar nuestro cuerpo. En aquel entonces me llevé las manos a la cabeza porque creía que sería imposible en un mundo como el nuestro. Pensé que era una «autozancadilla» por parte de las mujeres. Hoy tengo cada vez más claro que cuanto menos se combate el cuerpo, con pastillas, con cafeína, etcétera, mejor se está y mejor se da al mundo. Las mujeres bajamos el ritmo durante unos días al mes y no hay nada de que avergonzarse, ya nos multiplicamos en otras semanas y de esa manera compensamos. Cuando empiezas a observarte te das cuenta de este dato.

2) Por desgracia me consta que no tantas mujeres sabemos al cien por cien de lo que estamos hablando. Me consta que no conocemos el funcionamiento de nuestro cuerpo, nuestros ritmos, nuestras pulsiones naturales.


Sería ideal pararse, querernos, cuidarnos, si así lo necesitamos, algunos días del mes.

Vivimos en un mundo en el que siempre hay que cumplir un horario. Y para llegar a él vamos permanentemente con prisas. Y eso nos hace estar mal con nosotros mismos, con nuestras parejas, con nuestros hijos, ¡pobres niños a los que se les exige crecer demasiado deprisa! Tenemos que vivir nuestra vida rápido pero cuando van llegando las arrugas y las canas lo llevamos mal. ¿Alguien sabe apagar esa bomba de relojería?

Foto

* La razón por la que a veces me muestro reticente a llamar mi vagina como  tal, es porque viene de la palabra latina «vaina» que sería como una
funda, ¿la de las espadas de ellos?. Nuestro «ioni» es mucho más. Es, en
sánscrito, la «fuente de la vida». La puerta de entrada y salida de  la
madre tierra. Definitivamente este término me gusta más.

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