Volver.
Pisar tu tierra. Sentirla.
Con todos los sentidos.
Que te entre por todos tus poros. Y llegue a todas tus células.
No hago más que emigrar y regresar.
Y volverme a ir.
Sigo en la tierra en todas partes.
Pero en ningún sitio la siento tanto como en «mi tierra».
Como en los campos de mi Andalucía.
Bajo el cielo despejado rendido al sol casi africano.
Buscando la sombra del pino, del olivo, de la encina.
Pisando hojas y palos amarilleados por el tiempo, por el sol, por el viento.
Secos, como mis labios al respirar la flama que cae de tu verano. Con la chicharra como única banda sonora.
Secos, como mis pies pisando la arena dorada o morena de sus playas, las salvajes. Las perdidas. Donde me gusta encontrarme, escondida entre algas y espuma de mar.
Me gusta excavar en tu arena, en la tierra sobre tu suelo. Tocarte con las manos. Olerte en mis uñas.
Notar el peso del tiempo.
Sentir como me quema la respiración. Aire caliente entrando en mí.
Presente en el aquí y el ahora.
El tiempo se para en tu desierto.
Y yo sonrío.
Me siento feliz. Sola. Con fuerza. Para todo.
Y en compañía.
De los árboles, de los montes.
Del águila que vuela sobre mí buscando su almuerzo.
Nada como volver. A la tierra. A mí misma.
Parece que echo raíces, no importa donde esté.
Siempre tuya seré.
En todas partes estoy en ti.
Verdad… tantos recuerdos,sentirte como en casa… rodeada de gente y paisajes conocidos… la tierra de tu infancia… ��
La tierra de mi infancia…Has dicho poco, cari 😉 Y encima pasar unos días con vosotros en ese cuadro…. <3