El arte de responder

Esta mañana llovía
mucho y al subir las escaleras de la guardería, mi hija se resbaló y apoyó la
pierna sobre el último escalón. Yo la llevaba de la mano y pude tirar de ella,
así que no se hizo daño, pero sí se mojó el pantalón. Al entrar y mientras la
cambiaba, la bedel, que no paraba de meternos prisa, nos preguntó que qué le
había pasado y la respuesta  de ella, a mi narración de los hechos, priva de adjetivos y
epítetos, juro que fue de lo más neutra y objetiva que se despacha, fue: “¡ay,
qué torpona!”.

La gente que me
conoce sabe lo que odio las etiquetas. Pero quizás lo que no todos saben es que
ahora ya no me callo una. Además cada vez me sale mejor eso de responder con
asertividad y respeto. Aunque lo que haya recibido del emisor sea un mensaje
faltón, ojo, la mayoría de las veces sin alzar la voz. Porque como yo digo ya
siempre, nos faltamos al respeto una y otra vez sin saberlo, sin necesidad de
gritarnos, e incluso “desde el cariño”. Porque hay conceptos mal aprendidos.
Pero todo eso a mí no me exime de responder. Considero que es mi
responsabilidad defenderme a mí y a mi descendendencia. Porque, y aquí tomo el
término en inglés, “responsability” es un a palabra compuesta por “response”
que quiere decir respuesta y “ability” que no es más que habilidad. Así que: la
responsabilidad es también la habilidad de responder. Yo diría más, “el arte de
responder”.

A mi generación,
como a tantas generaciones precedentes, nos han educado en el respeto a los
adultos. Así que es una  novedad que el
respeto se ejerza también hacia los menores. Y cuesta romper la cadena. Pero es
que no debe ser de otra forma. Es más, defendiédolos a ellos, nuestros hijos
aprenden a ser merecedores de respeto. Y ya de paso, a respetar. Y os aseguro
que me cuesta aún responderle a personas de una cierta edad, porque a veces aún
me pesa pasar por maleducada, por antipática. Llevo demasiados años en mi rol de agradar, de
ser simpática, a veces incluso payasa. Ahora me tomo la vida en serio, y asumo
mis responsabilidades, y traer un hijo al mundo es la mayor. Soy consciente de
que a los niños hay que guiarlos y darles amor a raudales y sin retenciones. Soy consciente también de que, aun dominando mucho la teoría, a veces me
equivoco, pero le pongo mucho empeño a la cosa e intento mejorar cada día. Seguimos
en el camino. En el fondo como todos.

Escribí un post de
un párrafo el otro día, de esos cliché, “saeteros” que me gusta a veces
escribir a mí, que comparto de nuevo aquí.

Imagen tomada de aquí

2 comentarios sobre “El arte de responder

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